Durante una tarde de consulta, tras preguntar a las pacientes que nos visitaron sobre consumo de tabaco, la sorpresa fue mayúscula… ¡1/3 reconoció fumar durante el embarazo!
Esto hizo saltar las alarmas. La presión social contra el tabaco es cada vez mayor, todos conocemos sus riesgos, y damos por hecho que, a día de hoy, fumar durante el embarazo es impensable para cualquier madre.
Esa misma tarde, la Dra @blasal nos pasó un estudio de 2016 en el que ella misma participó, que afirma que la prevalencia del tabaco en embarazadas es del 21,2% en el 1er trimestre, del 18,5% en el 2º trimestre y del 13,3% en el 3er trimestre.
Parece que nuestros datos al azar no iban descaminados. Parece que hay que recordar que fumar daña cada órgano del cuerpo, causa una interminable lista de cánceres y mata a más de 60.000 personas cada año en España.
El tabaquismo es una de las principales causas de infertilidad. Fumar dificulta la fecundación y la implantación del embrión y aumenta el riesgo de aborto espontáneo y de embarazo ectópico.
Y, si el embarazo sigue su curso… ¿podéis imaginar los devastadores efectos que puede tener en el organismo del bebé que se está formando en el seno de su madre?
El tabaco -con su nicotina, monóxido de carbono, alquitranes, oxidantes, plomo, arsénico y todas sus sustancias cancerígenas- pasa al torrente sanguíneo de la madre y, al mismo tiempo que la perjudica a ella, llega –a través de la placenta, ese órgano asombroso que se crea durante el embarazo para ser la conexión vital entre la mamá y su bebé- al cuerpo, a la sangre y a los tejidos del feto.
A partir de ahí, el bebé está expuesto a múltiples riesgos, entre ellos:
• Retraso de crecimiento intrauterino
• Parto prematuro
• Placenta previa o desprendimiento de placenta, lo que puede causar hemorragias graves
• Mayor riesgo de padecer asma y problemas respiratorios
• Mayor índice de malformaciones, como labio leporino o paladar hendido
• Aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante
Por favor, tomemos el tema del tabaquismo en serio
De nada sirve la leyenda urbana de que “la ansiedad que produce dejar el tabaco es peor para el bebé que fumar”. Lo único aceptable es eliminar totalmente el tabaco y pensar en otros hábitos que no se deberían seguir durante un embarazo, incluso desde antes de buscar embarazo, y no exponerse tampoco al humo de forma pasiva 🚭
En este punto es especialmente importante el papel del padre. Más allá de los efectos negativos que el ser fumadores pasivos tendrá para la madre y el bebé, no debemos olvidar que para ella será más fácil dejar de fumar si su pareja también lo hace.
El embarazo es de los dos, el bebé es de los dos.
Imagen gracias a Freepik.
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